En dicho acto público, tras el disparo y caído el orador mientras sostenía el micrófono, hubo varios impresentables que se levantaron jaleando y celebrando lo sucedido como si su equipo hubiese marcado un gol. Absolutamente asqueroso y demencial y que refleja la podredumbre moral e inhumana. Pero las celebraciones no se quedaron ahí, sino que Tik Tok fue testigo de numerosos personajes que mostrando su jeta a EEUU y al mundo se reivindicaron como defensores del asesinato de Kirk acusándolo de lo que realmente son ellos. Incluso la red social Bluesky, a donde huyeron millones de usuarios de extrema izquierda tras la victoria de Trump y al entrar Elon Musk en el Gobierno, tuvo que elaborar un comunicado de aviso por la cantidad de usuarios exhibiendo su patética euforia por el crimen cometido. Toda esa gente se alegra tanto del mismo simplemente porque él pensaba diferente mientras ellos pretenden proyectar su propia miseria y oscura alma. Algunos incluso han llegado a rugir contra celebridades como Chris Pratt, que pedían una oración por Kirk y su familia. Otros se han topado con una bonita rescisión de contrato descubriendo que sí, señoras y señores, existe la cultura de la cancelación.
Se han difundido muchos bulos para justificar estas actitudes reprochables. Charlie Kirk era conservador y pro Trump y entre otras cosas defendía posiciones controvertidas como la derogación del aborto y el derecho a portar armas. Estas son posturas en las que tengo mis reservas, pero respecto a la segunda y la que más le echan en cara, hay que recordar que en EEUU es legal desde hace muchos años y ningún gobierno ni demócrata ni republicano ha hecho nada por regular ni poner coto. Además, el propio Kirk se refería a usar las armas para defenderse, no para atacar gratuitamente ni mucho menos para asesinar. Otro bulo fue que supuestamente defendía lapidar a los homosexuales. Esta acusación parte de un comentario sacado de contexto en un debate en el que Kirk matizaba que no se debía de tomar la Biblia en sentido estricto dado que contenía frases terribles como esa. Igualmente defendía ante un auténtico homófobo que el movimiento conservador integrase a las personas homosexuales. También se le acusó de racista por presuntamente decir que los esclavos de raza negra cometían menos delitos que actualmente, cuando el contexto es que no entendía como con más derechos y progreso seguían siendo pobres. También se le ha acusado de tránsfobo cuando en sus debates no ha tenido problemas en conversar con personas trans desde el respeto y aplicando siempre la asertividad y escucha activa. Así por ejemplo, a uno de ellos le cuestionaba su concepto de qué es mujer al tiempo que enfatizaba la importancia de la salud mental para que su disforia de género no le perjudicase. Finalmente, se le ha acusado de exigir que todas las niñas que se quedasen embarazadas fuesen obligadas a tener el bebé y no abortar, cuando en realidad estaba respondiendo al caso extremo y particular de qué preferiría si a su hija de mayor le pasase.
Al parecer, Kirk siempre estuvo interesado en debatir aunque fuese con gente de ideología contraria precisamente porque consideraba que la violencia se ataja cuando se habla. Y precisamente llegó un día en que de la forma más violenta posible, causándole la muerte, interrumpieron para siempre un debate mientras hablaba y portaba un micrófono. Un auténtico atentado no sólo contra una persona sino también contra la libertad de expresión y por extensión la de pensamiento. El joven con el que habló por última vez fue el universitario Hunter Kozak, un chico izquierdista y simpatizante demócrata que quería retarlo, que lamentó lo sucedido y condenó tanto el atentado como las reacciones de celebración. "¿Estamos locos?" Afirmó a la prensa al tiempo que enfatizaba que había muerto un ser humano y padre de familia como él también lo es.
En España no se han hecho esperar las reacciones de la prensa y ciertos voceros. Entre ellas, están los que han empleado titulares y adjetivos para tachar a Kirk de ultraderecha, trumpista, tránsfobo, machista, racista y supremacista blanco, etc... y difundiendo todos los bulos anteriores y mentiras añadidas con tal de deshumanizar al asesinado y reducir la noticia a un hombre de paja. También recalcaron que el asesino Taylor Robinson de 22 años procedía de una familia republicana omitiendo que él era antifascista y activista radicalizado según ha revelado su entorno más cercano y que además convivía con un compañero transgénero según las investigaciones del FBI que está colaborando con las autoridades. Y aún así, lo relevante no es que sea facha de izquierda o de derecha (groyper), sino que asesinó a Kirk por ideas y no soportaba su libertad de expresión. Aunque no lo parezca, son unas formas sutiles de desdeñar la relevancia de un asesinato enfatizando en las características de la víctima y en menor medida en una supuesta falsa bandera del agresor. Pero en algunos casos se esconde algo más siniestro y es emplear esas etiquetas para - de forma sibilina - expresar alegría y satisfacción por lo sucedido. Puede verse sobre todo en esas personas y medios que terminan metiendo la pulla ideológica justificando que sus ideas eran criminales y había recibido una respuesta a la altura de las mismas. Estas actitudes no son mejores que los que abiertamente escriben y hablan encantados. Todos ellos colaboran a normalizar y circular una escalada de violencia política. Y eso es lo altamente preocupante, más allá del lobo solitario del criminal.
Desde el Contreras System, el Gobierno, su tele del régimen, la prensa sincronizada y sus colaboradores están difundiendo la narrativa de que exclusivamente la derecha o aquellos que se sitúan fuera del círculo de adoración Sanchista están contribuyendo a la polarización catalogándola como asimétrica. Pero sus acciones les delatan. Por un lado, de forma incomprensible retuercen unas declaraciones del diputado Miguel Tellado que mencionó metafóricamente la palabra "fosa" para acusarlo de apología de los crímenes del Franquismo, ponen el grito en el cielo cuando Mago de Oz osa hacer una broma política en un concierto, denuncian a Feijoo por un vídeo en TikTok donde baila Mi limón mi limonero y añade me gusta la fruta en tono jocoso... Por no recordar cuando se inventaron una conspiración en la UCO para atentar contra el Presidente del gobierno. Por otro lado, callan cuando el ministro Óscar Puente llama saco de mierxx a Vito Quiles, Pablo Iglesias y Maestre agarran y estrellan en el suelo un micrófono de Vito alentando a seguir haciéndolo, llaman asesina a Isabel Ayuso, un concejal socialista propina una patada voladora a unos vecinos por insultar a Pedro Sánchez, Sarah Santaolalla llama idiotas a los votantes del PP y Vox mientras ella posa con una camiseta negra con la cifra de muertos en Madrid por Covid, etc... Sí, este es el nivel.
Lo peor de la polarización política es que llega un punto en que la violencia pasa de estar condenada a banalizarse para seguidamente ser justificada. Porque de hecho ya estamos en esa fase. Recuerdo los episodios de escraches inaugurados por el mencionado Pablo Iglesias, pero es que actualmente la situación es peor. Hemos llegado a un punto en el que de la dispensa y justificación a la promoción queda un paso cada vez más fino. Y en España, lamentablemente, las redes sociales reflejan el nivel de cochambre política tanto en sectores extremistas de la izquierda como la derecha. Y ambos se retroalimentan entre ellos, a pesar de que de la impresión de que los primeros ya adelantaron de largo por el asunto Israel y Palestina. La extrema derecha, que no es tan inmensa pero existe, está impregnada de xenofobia en redes sociales gracias a una pésima comunicación de la relación entre inmigración e inseguridad (no molestan los inmigrantes, molestan los quinquis con machete y los agresores sexuales que no se integran en la sociedad). Ya lo comprobé un día que me atreví a comentar que no estaba bien apedrear en la cabeza a un inmigrante que acosaba a un menor y que con esa edad hubiese echado a correr. Tuve que borrar el tweet porque sentí miedo. Resumidamente, el panorama es tan desolador, que da la sensación de que si ETA aún cometiera crímenes iba a tener más apoyo social que el que tenía entonces.
Sí, existe gente dentro y fuera de nuestras fronteras que piensa que eliminar al disidente sería un planazo aunque no se plantee ejercerlo. Es una forma indirecta de legitimar y promover la violencia y que tenga la etiqueta de política es lo de menos. El fanatismo y el odio movidos por la escalada de violencia política ha llegado a tales extremos que, sin lugar a dudas, existen monstruos que si no tuviese consecuencias penales, si se legalizase un Día de la purga como las películas, no dudarían en aprovecharlo y liquidar físicamente a sus considerados oponentes. Y se vendería como un acto de justicia social. Son personas muchas de ellas con una vida que no les falta de nada económicamente ni social ni personal. Gente aparentemente normal y que proyecta su propio odio confundido por los mensajes que recibe y una realidad interpretada por una ideología cada vez menos empática y abierta. Y Charlie Kirk NO era como son ellos, por controvertidas que fuesen algunas de sus opiniones conservadoras que no imponía y tampoco se reía de las de los demás cuando las confrontaba cara a cara.
No podemos tomarnos a broma esta escalada que se percibe de forma clara en las redes sociales a nivel global, no sólo aquí. Y esto sucede porque hay gente que promueve esto y son los que usan un altavoz formal o no formal para difundir no sus ideas sin más sino el enfrentamiento y lo alientan. En el momento en que sustituimos el debate asertivo por un conflicto perpetuo basado en suprimir al contrario, la bola de nieve se agiganta hasta poder aplastarnos a todos. Y resulta estremecedor pensar que aún así no se razona en establecer cordura en la crítica argumentada sino se recurre a la testosterona del guerracivilismo permanente con el que algunos disfrutan en España. Porque ese es el escenario que especialmente promueve el PSOE de Sánchez con la ayuda de su entramado mediático público y privado. Porque eso les reporta tanto más incondicionales como más gasolina a su narrativa. Y las emociones de los radicalmente ideologizados carecen cada vez más de frenos racionales por culpa del deterioro político que la polarización causa. Es más, asistimos a una clase mediática que da asco, sobre todo la que sirve a los dictados de Moncloa, que da vergüenza y que en los debates ni deja hablar y sólo se centra en acaparar titulares y reels retorciendo los mensajes, manipulando y radicalizando a todo el mundo. Y no es casualidad que ayer Pedro Sánchez felicitase a los que reventaron el final de la Vuelta ciclista a España. Sí, un Presidente del Gobierno aplaudiendo, promoviendo y blanqueando los boicots producidos. Pero ojito con acercarse a Ferraz, ¿eh? Y aquello no ha sido sino un aviso a navegantes de lo que puede pasar si pierden las elecciones.
Ahora, la viuda de Kirk seguirá su legado y continuará los debates en las universidades llenas de ideas de izquierda y sin complejos. Porque no existe nada mejor en política que saber debatir y no necesariamente llegar a puntos en común, sino aplicar más habilidades humanas y que la confrontación de puntos de vista invite más a la reflexión. Porque los partidarios de la violencia política sin límites no van a vencer mientras se les siga respondiendo con valentía, dándoles guerra cultural. La única guerra sin armas y que merece la pena luchar por ella.