El pasado lunes de esta semana tuvo lugar el debate a 4 televisado en las cadenas de Atresmedia. Hubiese podido ser perfecto de haber asistido el candidato a la reelección como Presidente del Gobierno Mariano Rajoy y los candidatos de IU-UP Alberto Garzón y de UPyD Andrés Herzog. Pero el primero no quiso asistir conociendo que le iban a dar más palos que una estera y tenía mucho más que perder. Los otros dos no estuvieron porque los medios de comunicación han desviado prácticamente toda su atención. Pero la culpa de ello no es tanto de la mayor atención a Podemos y Ciudadanos como de aspectos internos. Me refiero al escándalo de las tarjetas Black y la complicidad con el ERE andaluz en IU y el bochornoso autoritarismo de Rosa Díez en UPyD, que se ha ido desintegrando como si fuera la UCD ochentera. En definitiva, fueron los candidatos Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos), Albert Rivera (Ciudadanos) y la vicepresidenta Soraya Sáenz (PP).
¿Quién estuvo mejor y peor? Si hacemos caso a las encuestas de Internet, gana Pablo Iglesias por una abrumadora mayoría. Pero precisamente a su favor tiene Podemos una presencia formidable en las redes, aupando en cuestión de minutos un hashtag propio o troleando el de otros partidos, de forma que vienen a ser más los mensajes negativos que positivos. Siendo sincero, el politólogo estuvo bien en líneas generales. Pero cometió una serie de errores bochornosos que algunos se han dedicado a restarle importancia mientras que evaluaron el desliz de Rivera con Kant como algo imperdonable. Pues bien, un profesor universitario no puede inventarse cosas como un referéndum en Andalucía en 1977 por la independencia que jamás existió. En todo caso una manifestación y que era por mayor autogobierno, como luego se confirmaría en la aprobación de su Estatuto el 28 de febrero de 1980. Tampoco puede inventarse que el derecho a la Educación no esté equiparado en la CE al mismo nivel que los derechos civiles y políticos, pues sí es así y recibe la misma protección y garantías legales y jurisdiccionales. Como también es de risa que se invente una consultora llamada House Water Watch Cooper en vez de Pricewatherhousecoopers. El remate final fue el sobrevalorado minuto de oro en un estilo pasional conminando a no olvidar la corrupción y sonreír... para llevarse la mano al pecho como Hugo Chávez.
Pedro Sánchez estuvo regular. Por un lado, supo tirársela a Iglesias con el fracaso de Tsipras en Grecia y la no condena de la existencia de presos políticos en Venezuela. Pero los derechazos (o izquierdazos) del profesor fueron muy duros. En dos ocasiones le insinuó que no le gustan ciertas cosas en su partido pero que carece de poder para cambiarlo y que por lo tanto "manda poco" en su partido. A esas referencias, permaneció con un gesto serio mientras Iglesias se cachondeaba de risa. En cuanto a su enfrentamiento con PP y Ciudadanos respondió y atacó con clichés defendiendo al PSOE como la única alternativa viable e igualmente en un minuto de oro vacío. Por lo que en realidad fue sin duda el más flojo de los candidatos. En lo único en que destacó más que los demás fue en explicar mejor el futuro que quiere para Cataluña dentro de España, pero su actuación ha podido originar una mayor sangría de votos socialistas hacia los morados.
Albert Rivera estuvo bien pero pudo haberlo estado mucho mejor. Su momento clave fue cuando sacó dos portadas de El Mundo relacionado a Rajoy con la corrupción. También fue bueno su minuto de oro, con mucha mayor naturalidad, aprovechando el tiempo exacto que le habían dado y lanzando un auténtico discurso de centro. Lo negativo fue que se mostró bastante nervioso moviendo mucho las piernas. Es algo absolutamente natural lo de tener algunos nervios e incluso en circunstancias anima a responder y a estar más activo. Encontró complicado defender el contrato único, pero hubiese sido perfecto hacer referencia a lo que dijo el último premio nobel, que lo aconsejaba para España. En sus envites contra Podemos quizá no estuvo a la altura de otros debates como el de Salvados o El País, pero si fue incisivo con el bipartidismo y especialmente con Rajoy y el PP, pudiendo conseguir un mejor efecto entre los indecisos entre C's y PP.
En cuanto a Soraya Sáenz, su postura fue claramente la defensiva y quiso ejercer de madre que regaña a sus hijos por no conocer lo que cuesta la vida. Pero tiene poca credibilidad cuando hace continua referencia al pasado y siempre a la situación que se encontraron en 2011. Como también dando cifras de empleo manipuladas e incorrectas. Si Soraya cree que su presencia pudo incrementar el voto del PP, está absolutamente equivocada. En todo caso habrá mantenido el de sus palmeros, puesto que a fin de cuentas habrán escuchado lo que querían. Pero dudo muchísimo que los indecisos se hayan decantado por un partido cuyo presidente ni siquiera vino al debate anterior.
En conclusión, reconozco que quien pudo haber captado más votantes indecisos el día 7 de diciembre sería Podemos, mientras que Ciudadanos en todo caso habría restado votos al PP con el tema de la corrupción. Pero en todo caso no hay que olvidar que el voto no es sólo una cara ni unas palabras bonitas. Sino un programa que está ahí detrás y unas declaraciones que se emiten todos los días. Yo lo sigo teniendo igual de claro o más que antes de ver el debate. Mi confianza en Ciudadanos como el único partido que puede favorecer un cambio sensato en una España unida es inamovible. Porque creo en el proyecto, sus políticas y sus personas. Y no me creo a los manipuladores y haters que vienen todos del mismo sitio.Y este sábado día 12 tendré el placer de ver y escuchar a Albert Rivera en vivo y en directo.
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