sábado, 21 de octubre de 2017

Llegó la hora del artículo 155

Han pasado 20 días desde la celebración del referéndum ilegal en Cataluña y la actualidad no ha dejado de venir protagonizada por las secuelas del mismo. Lo primero de todo es que me parece absolutamente lamentable la manipulación de medios separatistas y pro Podemos para descreditar las manifestaciones a favor de la unidad de España y con la bandera oficial española. Medios como Público (horrendo panfleto) redujeron las manifestaciones españolistas de Barcelona, Madrid y otros lugares de España a lo siguiente: primero, a la participación de grupos reducidos de nostálgicos franquistas con banderas del águila imperial (anteriores a la dictadura) y algunos individuos de ideología nazi. Segundo, a manifestaciones organizadas por el PP y Ciudadanos, manchándolas de partidistas y encima atreviéndose a señalar que los partidos habían dejado el protagonismo a esos grupos. No, señores. Son ustedes los que lo hacen. La extrema derecha en España NO es un grave problema actualmente. No es mayoría ni mucho menos en esas manifestaciones, sino una inmensa minoría en una mayoría democrática y que se siente española. No tienen representación parlamentaria. No tienen ninguna organización terrorista implantada. Otra cosa distinta son los que pegan palizas. Esos sí que deben ser detenidos. Porque a mí tampoco me gustan las banderas comunistas en otras manifestaciones, pero me tengo que aguantar siempre que no tengan por intención agredir.

El 3 de octubre, compareció el Rey Felipe VI con un demoledor mensaje a todas las televisiones. Condenó enérgicamente la actitud antidemocrática de la Generalitat en los últimos meses y que había desembocado en semejante desafío al Estado y a los poderes del mismo. Sobre todo le acusó de deslealtad y de haber dividido a la sociedad catalana. Un discurso que aplaudieron muchísimos españoles y los partidos más votados en España y que marcó implícitamente la aceptación del camino del artículo 155. Porque esto claramente era una intentona de Golpe de Estado en toda regla. Menos, lógicamente, los separatistas y sus perritos falderos representados a nivel estatal: Unidos Podemos. Esto fue aprovechado  políticamente por Puigdemont en su declaración del día siguiente en la que no mencionaba nada de DUI, sino diálogo. ¿Se dialogó acaso con Tejero o Milans del Bosch en 1981? ¿O con el sedicioso y criminal Lluís Companys en 1934? El mismo este último que mató a muchos catalanes contrarios a sus ansias soberanistas. Ayer viernes, en los premios Princesa de Asturias ratificó la necesidad de recurrir a los procedimientos democráticos para frenar un "inaceptable intento de secesión".

No obstante, el President se esperó más de una semana para pronunciarse en el Parlament sin necesidad de ninguna votación. Se trataba de analizar los resultados de la parodia de referéndum del otro día y declarar la independencia de manera unilateral. Pero adoptó una declaración de lo más kafkiana, dado que inicialmente afirmó que Cataluña se había ganado el derecho a ser un Estado independiente y que declaraba la independencia. Sin embargo, segundos más tarde anunció que la mantenía en suspenso para iniciar un diálogo con el gobierno central sin aclarar qué extremos. La decepción de los ciudadanos indepes fue importante, pero más aún el de algunos de los socios como sobre todo los anti-sistema de la CUP. Puigdemont se atrevía a hablar ahora de diálogo, para intentar contrarrestar la respuesta del Gobierno al referéndum de aquél domingo.

Rajoy activó el artículo 155 de la CE a raíz de esa declaración en un documento plagado de imprecisiones gramaticales y ortográficas pero sólo para preguntarle al President que aclarase lo que había querido aprobar ese día. Cinco días más tarde, en el presente lunes, su respuesta fue parca y sin resolver nada. Se dió un nuevo plazo que acabó el jueves, pero esos días coincidieron con la detención y prisión provisional para los líderes de las organizaciones independentistas ANC y Omnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuxart por sedición, coacciones a fuerzas policiales, secuestro de secretaría judicial y arengar a las masas a todo lo anterior. Esto ha terminado por reventar a los independentistas, que se han lanzado a la calle con más manifestaciones. Al tiempo que los hipócritas de Podemos han vuelto a hablar de "presos políticos", la denominación que emplean cada vez que alguien con quien simpatizan es encarcelado con arreglo a la Ley. Como en el caso del violento Bódalo ó el amigo Alfon. Aquí las sentencias las adoptan los jueces. Los impresentables Jordis han creído que cometer delitos penales y subirse a un vehículo de la Guardia Civil secuestrado no les iba a reportar ningún problema. La jueza de la Audiencia Nacional los mandó a prisión ante el riesgo de "reiteración delictiva", cosa que no sucedió en el caso del mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero.

La entrada a prisión de los Jordis también enervó a Puigdemont, que en su respuesta terminó por amenazar con levantar la suspensión de la declaración de independencia. Esto, a su vez, ha terminado con la extrema paciencia del gobierno del PP que, alcanzando un acuerdo con PSOE y Ciudadanos, ha decidido adoptar la segunda fase del artículo 155. Este sábado se celebrará un Consejo de Ministros de carácter extraordinario en el que se abordarán las medidas a tomar. Algunas de ellas se rumorea que pueden afectar a los Mossos, en los que existe una fractura total y también incluso al canal de TV3. Pero la más importante es que muy posiblemente se disolverá el Parlament y se ordenará celebrar elecciones autonómicas en Cataluña. La fecha podría ser en Enero de 2018. ¿Qué puede pasar? A mi parecer, no tengo tan claro que el independentismo haya subido como se está vendiendo. En aquél referéndum y teniendo en cuenta el amaño de votos, apenas se superaron los 2 millones de votos del sí. Aproximadamente los mismos que las fuerzas soberanistas alcanzaron en las últimas elecciones. No se sabe qué efecto tendrían estos acontecimientos, pero aquellos que no quieren la independencia es lógico que acudirán a las urnas.

La gestión de Ciudadanos en este conflicto ha sido impecable. Fue el partido parlamentario que con más insistencia apoyó aplicar el artículo 155 de la CE, con memorables intervenciones de Inés Arrimadas, Albert Rivera y especialmente Toni Cantó. Fue el encargado de defender una moción contra el adoctrinamiento en las aulas catalanas, y es que es otro de los espectáculos a los que hemos asistido en las últimas semanas. Actividades de carácter obligatorio en los colegios relacionados con el independentismo e incluso libros que mencionan a Cataluña como Estado o país y sitúan a España como un enemigo. Este es el odio que la GenCat introduce en Educación, con ERC como principal aliado en ello. Pues bien, que votasen en contra de la moción todos los separatistas y Podemos era lo esperado. Que el PSOE también lo hiciera dolía pero también somos conscientes de sus múltiples contradicciones. Pero ya que se abstuviera el PP... terminó por retratar a este partido en sus tremendos complejos ante el desafío separatista, más allá de su timidez y miedo a aplicar la Constitución Española con el mencionado artículo 155.

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