El domingo 26 de junio, tras una campaña en la que han predominado los debates y en la que el tema principal de agenda fue la repetición de las elecciones, los resultados han deparado alguna sorpresa que otra. En todo caso, lo esperado era que iba a ser imposible alcanzar mayoría absoluta por un sólo partido. Así que nuevamente tocará negociar y evitar el ridículo de unas terceras elecciones que algunos no descartan. Pienso que lo más probable es que sí salga un gobierno, pero lo que nadie puede aventurar es a que sea capaz de aguantar cuatro años. Por lo pronto, la participación ha sido prácticamente la misma que en diciembre, al contrario que lo que se esperaba tras la mañana. Vino más gente por la tarde y se igualó ese 69%.
El PP ha ganado las elecciones de nuevo subiendo en 14 diputados. Se esperaba que pudiera incrementar los votos, gracias a dos campañas anti-demás partidos: Ciudadanos y Podemos. Respecto al primero, le acusó de haber pactado con el PSOE y apeló al voto útil para que no ganaran "los malos". Podemos fue presentado como si fuera la segunda fuerza política, que realmente no era así como las encuestas señalaban. Sondeos, por cierto, que también pudieron animar a los votantes de derecha a decantarse por el PP. No sólo pescó cientos de miles de votos de Ciudadanos, sino que posiblemente recuperó muchísimos abstencionistas. Mucha gente se queja de esta victoria como incongruente con su corrupción, pero en realidad ese castigo ya tuvo lugar en diciembre con la pérdida de 60 escaños (abstención y voto a Ciudadanos y a otros partidos). Ahora lo que han pensando es en dos cosas: la repetición de las elecciones y la amenaza de Podemos.
El PSOE sigue su caída y empeorando sus resultados históricos. Ha pasado de 90 a 85 diputados, lo que le deja a años luz de sus mejores años con González e incluso las mayorías relativas de Zapatero. Sin embargo, puede decirse que han vivido otra 'dulce derrota', ya que han evitado el tan cacareado "sorpasso" y siguen siendo la primera fuerza de la izquierda. Vistos los resultados, es más probable que los votos perdidos se hayan ido a la abstención o incluso al PP. Dudo mucho que una cantidad significativa se haya ido a Podemos, precisamente por el resultado que estos tuvieron. De cualquier manera, Pedro Sánchez debería reflexionar y al igual que la cúpula del PSOE si merece la pena continuar después de estos resultados que minimizan a un partido con más de 130 años de historia. Su temida 'pasokización' parece haberse visto frenada gracias a que, ahora más que nunca, se le ha visto el plumero a Podemos.
Unidos Podemos, la coalición que englobaba a su vez a la coalición de Podemos y a la de Izquierda Unida se ha pegado un buen batacazo en las elecciones. Han sumado los mismos escaños que por separado en diciembre: 71. Y seguramente merecido. ¿Por qué? Sus exigencias de sillas y ministerios sin empezar a negociar con el PSOE, su negativa a favorecer un gobierno en el que no estaba el PP, su agresiva dialéctica contra los propios socialistas, su amiguismo con Otegui, sus sospechas más que evidentes y documentadas de financiación por Venezuela... y, por si fuera poco, un programa absolutamente disparatado e irreal que en este mismo blog desgrané en dos entradas. Han perdido más de un millón doscientos mil votos. Parte de esos votos se han ido al PSOE o incluso al PP, mientras que el resto se habrán quedado en casa. Y cuando no por las razones enumeradas, por descontento por el pacto en sí. Tanto los de centro-izquierda como el ala más descontenta con la socialdemocracia de IU. Y es que Iglesias intentó hacerse pasar por eso. De nada ha servido una burda campaña de "corazones y sonrisas" y creerse a pies juntillas que iban a superar al PSOE. Las caras lo decían todo en la noche del 26-J. Y no, no os han votado por ser "mayores egoístas" como ha dicho Monedero. Simplemente porque no os querían. Asumidlo.
Begoña Villacís, Concejal en Madrid y una política cercana |
Ciudadanos, sinceramente ha sido el otro derrotado de las elecciones. Ha obtenido 32 diputados y perdido respecto a diciembre 8, entre ellos el mismo Fran Hervías, el secretario de Organización del partido. Y es que, como ha ocurrido en otras regiones, el PP ha conseguido rentabilizar su discurso de apelación al voto útil. Tenía la esperanza de que diera la sorpresa y subiera por encima de 40, pero nada más lejos de la realidad. Ha sido perjudicado por los dos motivos señalados arriba. La campaña pienso que ha estado mucho mejor que la anterior y pocas quejas pueden apuntarse. Quizá la presencia territorial mejor distribuida de sus líderes más importantes como Begoña Villacís, Inés Arrimadas, De Páramo, Garicano ó Alonso. Hubiese querido un mítin de ellos en Murcia. Aquí nos jugábamos mantener el segundo diputado después de las tristes noticias sobre el error en el pago de una factura de campaña electoral, amén del rescate de unas controversias en las elecciones primarias que no venían a cuento habiéndose informado hace un año. Los resultados nos dicen que hemos mantenido el tipo y consolidada nuestra fuerza, aunque se han perdido 17.000 votos de los 129.000 de diciembre. Me hubiese gustado pelear por el tercero (Lola Jiménez), pero esos mensajes negativos (enormemente amplificados por Onda Cero y especialmente por una periodista) y sobre todo la enorme fuerza del PP en Murcia lo han hecho imposible.
Por lo demás, los partidos nacionalistas quedan casi igual. Sólo ha retrocedido el PNV, que pierde un diputado en favor de Podemos. DyL y ERC vuelven a sumar sus 8 y 9 diputados respectivamente, Bildu 2 y Coalición Canaria 1. En cuanto al Senado, el PP obtiene la mayoría absoluta habitual sólo que aumentando incluso 6 senadores más. Una pena que en Ciudadanos no se hayan esforzado en repartir papeletas para el Senado. En todo caso, gracias a los más de 3 millones de españoles y españolas que han confiado en el partido. Tanto los que han repetido como los que han depositado por primera vez su papeleta con el color naranja. Tiempo habrá para ver lo que puede ocurrir, pero yo espero que aunque Ciudadanos no tenga la palabra en la investidura sí sea muy necesario para proponer y desbloquear importantes reformas que tendrán que ser aceptadas por partidos de distinta ideología.
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