miércoles, 26 de febrero de 2020

Y ahora... ¿qué?

Ha pasado muchísimo tiempo desde la última entrada. O, mejor dicho, han pasado muchísimas cosas en el más de un año que llevaba sin escribir por aquí. Lamentablemente, el partido Ciudadanos ha pasado de haber conquistado 57 diputados en abril de 2019 a hundirse en los infiernos con sólo 10 en noviembre del mismo año. A nivel externo, la confianza en Ciudadanos se halla por los suelos pero es que a nivel interno asistimos a una triste disputa entre afiliados que antaño eran compañeros unidos y ahora parecen enfrentarse por los apoyos a los candidatos a compromisarios y los aspirantes Arrimadas/Igea.

Vayamos por partes. ¿Qué ha pasado para que Ciudadanos se hundiera en la miseria electoral y en la actualidad sea un partido injustamente minimizado en el Congreso de los Diputados? Analicemos:

1. Sánchez. Primera parte: El "no es no". Muchos argumentaron que había que haberle dejado gobernar, que daba la suma de sobra. Pues bien, precisamente gran parte de esos 57 diputados (subidón desde 32) se debieron principalmente al duelo ganado ante Pablo Casado, pero también porque en esa competencia con el electorado de centro-derecha se insistió en no pactar con Sánchez. Se demostró que la postura ante la moción de censura contra Rajoy fue acertada. Por otra parte, Sánchez NUNCA demostró tener interés alguno en un pacto con Rivera, sino que tan sólo pedía "no bloquear", es decir, la abstención. Y  ello implicaba que ninguno de los diputados naranjas sería ministro, de manera que poco cambio sería posible. Sin embargo, no es menos cierto que en un gobierno monocolor investido por Ciudadanos, Podemos se posicionaría claramente en contra y a la postre el PSOE tendría que echarse en manos de Rivera.

2. Sánchez. Segunda parte: El "a lo mejor sí". Pocos han hablado de esto, pero pudo haber tenido algún impacto el hecho de que a última hora le ofreciese a Pedro Sánchez la posibilidad de investir su gobierno bajo tres condiciones. Igual de verdad es que las condiciones eran prácticamente inasumibles para el PSOE como aplicar el 155 de nuevo, romper con Bildu en Navarra y por último no subir impuestos a familias y autónomos. Ello pudo haber sido interpretado por el electorado de centro-derecha como un peligroso bandazo.

3. VOX. Primera parte: el pulso perdido con el voto alternativo. La irrupción de Vox como partido incardinado dentro del voto alternativo que ya representaban Podemos y Ciudadanos ha podido ser un coladero de votos trasvasados de color naranja a verde. No hay que olvidar que buena parte de los votos de Ciudadanos no venían tanto del PSOE como muy especialmente del PP. El discurso contundente de Vox en aspectos como el desafío catalán o el feminismo radical, aparte de su oposición frontal al pacto de Sánchez con independentistas, han animado a gente que ya había roto hace tiempo con el PP para posicionarse con Vox incluso de forma ideológica. Quiero decir con ello que este partido Vox ha podido generar un fuerte sentimiento de identificación partidista de personas que durante bastante tiempo no habían desarrollado. Y eso convierte en muy complicado recuperar ese voto alternativo trasvasado.

4. VOX. Segunda parte: los pactos sustentados en gobiernos regionales. En Andalucía, Murcia y Madrid (curiosamente las dos regiones perseguidas en la actualidad por el gobierno Sánchez), PP y Ciudadanos se reparten las consejerías de manera exclusiva. Sin embargo, el gobierno es sustentado con los votos de Vox, por lo que irremediablemente te obliga a sentarte con ellos quieras o no. Aunque no ocupen puestos de poder. Este tipo de pactos ha podido espantar al electorado de centro-izquierda (poquito pero existente) que prácticamente ya no quedará en la actualidad por haber regresado al PSOE.

En definitiva, tanto acercarnos como alejarnos de Pedro Sánchez y de VOX nos han costado perder 2 millones y medio de votos.

En la actualidad, los medios prácticamente no hablan del partido Ciudadanos salvo para comunicar sus problemas internos, lo que no es más que hurgar en la herida. Pero es que, además, se ha visto salpicado por la polémica del pin parental que ha escalado de Murcia a todo el debate nacional. Y en ese punto, nuestras explicaciones han sido tan desafortunadas como incongruentes. Así que a nivel externo las cosas no parecen ir a mejor ni amainar, sino más bien todo lo contrario.

¿Y qué errores ha habido a nivel interno o bien qué problemas han y están provocando la división interna del partido?

1. El deterioro de la imagen pública de Inés Arrimadas. Hasta hace un año, Arrimadas era muy bien valorada en términos generales con la excepción de los independentistas (que la odian a muerte) y los grupos asociados o vinculados con Podemos. En la actualidad, estos radicales han conseguido que el electorado de centro-izquierda haya disminuido considerablemente su valoración, incluso asumiendo el insulto de "montapollos" para despreciar su lucha contra el separatismo. Además, el centro-derecha también la tiene en menos estima y qué decir de los conservadores, que la consideran una continuista de la "dictadura progre" o "consenso progre", como se quiera decir. Por si fuera poco, dentro del partido tiene sus propios detractores que le acusan de continuismo y prefieren a Igea.

2. La oposición abierta de Francisco Igea. Este señor no ha cesado de airear públicamente todo tipo de críticas al partido y a sus dirigentes más destacados. Además, no ha dudado en eliminar de redes sociales (como a mí) o en directamente bloquear a todo aquél que le expresaba alguna crítica a su comportamiento. Sin duda, su forma de proceder está siendo aprovechada por toda la prensa hater (Público, El Diario, El Plural...) para ver si así se entierra de una vez a Ciudadanos, mientras que no cesan de darle vida a VOX que son los que más hacen por promover el voto a la izquierda del electorado moderado.

3. Las "peleas" telemáticas entre afiliados por los dos anteriores. Y ya lo que faltaba es ver continuamente en Facebook y Twitter a militantes de nuestro partido discutiendo. Estas cosas en el PSOE y en el PP se minimizan o sencillamente se esconden, pero aquí están aflorando continuamente. No podemos seguir ese camino, porque de lo contrario nos terminaremos autodestruyendo.

Personalmente, yo tengo clarísimo que quiero y voy a votar a Inés Arrimadas. Nadie mejor que ella puede dirigir Ciudadanos y recuperar la confianza perdida por culpa de nuestros bandazos. Pero también sé que Igea tiene ideas que, más allá de su estilo formal poco constructivo, pueden ser dignas de escuchar y reflexionar. Sin embargo, tampoco hay que olvidar que Igea es a su vez el candidato favorito de aquéllos que quieren ver destruido a Ciudadanos. Así que da que pensar y mucho.

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