El pasado domingo 4 de noviembre, la plataforma España Ciudadana celebró un acto en Alsasua (Navarra). La misma localidad en la que dos Guardias Civiles y sus respectivas parejas recibieron una paliza en un bar por parte de una manada proetarra. Y en la misma provincia en la que han suprimido las competencias de tráfico a la GC en beneficio de la Policía Foral, gobernada por Bildu-Podemos. La plataforma entendió que era un lugar adecuado por esos motivos, porque no hay que pedir permiso a ningún separatista ni proetarra para participar.
Pues bien, la merma de siempre ha etiquetado este pacífico acto como "provocador" y de "incitación a la violencia". Pero lo más sorprendente (o no debería) ha sido la actitud del PSOE de ponerse de lado de los detractores. Un escenario al que acudieron tanto centenares de españoles navarros como de batasunos que pretendieron reventar el acto insultando, amenazando e incluso tirando piedras. Entre ellos se encontraba el etarra Josu Zabarte, conocido como el carnicero de Mondragón y que fue responsable de la muerte de 17 personas. En una entrevista, tuvo el valor de declarar que el no había matado a nadie sino "ejecutado". Pues bien, ese era el personajazo al que indirectamente protegían podemitas, separatistas... y el partido del gobierno de España. Y lo que es más, en su RTVE han aprovechado para redireccionar la atención en las protestas de los batasunos. Sí, como leen. Ese es el nuevo ente público de Rosa Mateo.
Nunca, en ningún contexto, la víctima puede ser culpable de una agresión sino quien la comete. ¿Se diría lo mismo en casos de violencia machista, homófoba o racista?
Circunstancias y reacciones tan bochornosas como las del pasado fin de semana justifican no ya la convocatoria, sino la llamada al sentido común. Los que amenazan con destruir la convivencia social, si es que no lo han conseguido ya, son los que apoyan directa o indirectamente concentraciones para coartar la libertad de expresión y de reunión pacífica, los que acosan en las redes sociales y organizan movimientos para denunciar y cerrar sin motivo cuentas que opinan de forma contraria, los que señalan al disidente como hacen ciertos círculos independentistas y los que en definitiva orquestan cazas de brujas autojustificándose en una superioridad moral que tan sólo evidencia su bajeza humana.
Respecto a la polémica de Dani Mateo y la bandera de España, personalmente no me hizo ninguna gracia su gag. Sin embargo, creo que el asunto se ha ido de madre y se corre el peligro de convertirlo en un mártir. Asegura su pareja que ha recibido algunas amenazas. Insisto, no me gusta nada el estilo de humor de Dani Mateo, pero las críticas no deberían ir más allá. No le demos más munición a los que sólo defienden la libertad de expresión destructiva para los símbolos que detestan. Porque ahí es cuando se les ve el plumero. Respecto a las empresas que se han retirado de su publicidad, pienso que han ejercido la misma libertad que a la que ha recurrido Dani Mateo y que no hay ningún derecho a la pataleta (como ha lloriqueado Alberto Garzón). Un presentador al que, por cierto, se le "cayó" un twitt en el que indirectamente echaba la culpa a los guionistas.
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