domingo, 20 de noviembre de 2016

El tridente mediático que juega a reinterpretar la Transición

El jueves tuvo lugar la apertura solemne de las Cortes por el Rey Felipe VI. Como era de esperar, los diputados de Podemos tenían preparado su numerito circense, que fue no acudir a saludar al Rey, no aplaudir en sus intervenciones, un senador que mostró una bandera de la II República durante la intervención de 20 minutos del monarca y unas lamentables declaraciones a la salida. Esta gente, que no se cansa de hacer el payaso, debería de tener un mínimo de respeto por el Jefe del Estado. Como el fantoche de Cañamero que acudió con una camiseta negra que rezaba "yo no voté a ningún rey". Pues bien, yo tampoco le he votado a este señor y tengo que pagar que siente su trasero en la silla con mis impuestos.

Lo más curioso es que en esa misma tarde, uno de los medios afines a Podemos El Diario.es publica una noticia en la que saca a la luz una entrevista a Suárez en 1995 en que afirmó que no había sometido a referéndum la forma política del Estado debido a que las encuestas que manejaban les salían contrarias a la monarquía. Y que la única forma de evitarlo era poner "Rey y Corona" en la Ley para la Reforma Política de 1977 y posteriormente en la Constitución Española de 1978. Algo fácil de intuir, debido a las heridas de la Guerra Civil y el Franquismo y el hecho de que no se conocía otra monarquía que la absoluta y la sometida al dictado del Rey. No la monarquía parlamentaria de la democracia, que una vez instaurada con el paso del tiempo pronto gozó de la legitimidad de la mayoría de los españoles, tanto de derechas como de izquierdas. Para rematar, la Sexta ha trasladado a la televisión esta absurda polémica. La última pata del tridente pro-Podemos. ¿Extraña algo ello? No. Estaba todo planificado y bien coordinado: numerito, entrevista de Eldiario y posterior debate en la Sexta. Todo para seguir ganando adeptos contra la Monarquía, el sistema y todos los pilares democráticos que aspiran a conquistar estos populistas.

Realmente, esta noticia no cambia nada. Sencillamente se respetó la sucesión designada por Franco en el marco de una ruptura "pactada". Es decir, se hizo desde dentro pero contando con la intervención de fuerzas políticas que habían alcanzado representación en la cámara. Hubo negociaciones que fructificaron en nuevos derechos y libertades y sentando las bases para la creación de nuevas instituciones. A lo que realmente tenía miedo Adolfo Suárez era a que se regresara a 1936 y estallase otra guerra. Las fuerzas pro franquistas no querían volver a una república y había que hacer lo posible para transformar el país en una democracia, dándole un nuevo sentido a la monarquía. En una negociación, todas partes tienen que ceder, no plegarse a los designios de otra. Pero el antisistemismo del siglo XXI, que no ha vivido esa época, se atreve a reinterpretar la historia y poner el dedo en el nuevo régimen político democrático aprobado en 1978, cuando el problema está en el desarrollo del mismo y no es de origen. De ahí que me causen nauseas declaraciones tan contaminadas como las de Monedero, que sí sabe comparar lo que había antes en dictadura y lo que hay ahora. 

Lo que hay que hacer para que España sea más democrática es, en primer lugar, evitar que todos los resortes del poder terminen al alcance inmediato del partido gobernante. Y lo que se hizo en 2014 con la sucesión fue simplemente seguir el procedimiento constitucional que estaba ya aprobado y previsto (¿entiende usted de Derecho, señor Alberto Garzón?). Pero lo que resulta lamentable es atacar la Transición 40 años después cuando fue mucho más que la Monarquía. Fue un proceso de consenso entre fuerzas políticas muy enfrentadas en un momento complicado, pero que supieron apartar muchas diferencias. ¿Fue ideal? Seguro que no. Pero no hay que revertir nada. Simplemente hay que realizar las reformas necesarias para modernizar la democracia. Y la monarquía, mucho menos cara que algunas repúblicas, ha representado mucho mejor al pueblo español que cualquier otro periodo anterior. Y creo que no valdría la pena ahora mismo recordar la posición histórica de la rojigualda frente a ese invento de la bandera tricolor. Por último, convendría a los señores Iglesias y Garzón que recordaran este cartel:


Y esta misma gente que se niega a saludar y aplaudir al Rey, es la misma que luego va vestida de camarero en las rondas de consultas. La misma que exige la puesta en libertad de agresores de embarazadas como Bódalo. La misma que aplaude a rabiar a Bildu. La misma que no condena el ataque de Alsasúa. La misma que evita también aplaudir cuando se recuerda a las víctimas de ETA. La misma gente que dice representar a "la gente". Cuando en realidad son los suyos. El populismo más rancio que ha obtenido mayor representación en España en la historia, en un país que odian.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Donald Trump gana las elecciones en EEUU

Ayer se celebraron las elecciones presidenciales en EEUU, tras agotar Barack Obama su mandato de 8 años y para sorpresa de muchos han deparado la victoria del republicano Donald Trump frente a Hillary Clinton. El candidato republicano se ha visto envuelto en un montón de polémicas desde el momento en que anunciara su intención de aspirar a la candidatura. Comentarios machistas, racistas y en general de poco respeto le generaron una imagen de mafioso con tintes fascistas. Incluso amenazó con meter en la cárcel a Clinton si ganaba las elecciones. Y todavía más, incluso muchos miembros de su partido le dieron la espalda y anunciaron que votarían al partido demócrata. Pero su campaña ha resultado exitosa y ha obtenido 270 votos de los colegios electorales cuando el mínimo era 266. El sistema electoral americano es de carácter mayoritario, de manera que aquél candidato que obtiene la mayoría de los votos, aunque haya cinco aspirantes más, se lleva todo. ¿Qué ha pasado para que existiese este vuelco?

En mi opinión, tiene que ver tanto con ciertas líneas del discurso de Trump como de errores de los anteriores presidentes demócratas y especialmente de Barak Obama. Para empezar, no cabe duda que el problema del terrorismo islámico y los atentados no sólo no se ha atajado sino que se ha agravado. Ha sido la principal herencia del presidente saliente, que puede relacionarse con una política internacional que ha seguido siendo de intervenir en operaciones militares como Afganistán, Irak o Siria. Además, las relaciones entre EEUU y Rusia y con el conflicto de Ucrania por medio se han visto especialmente deterioradas. Y, a ese respecto, precisamente la intención de Trump ha sido la de poner paz con Rusia y alejar a EEUU de una política exterior agresiva. Incluso Putin se ha manifestado a favor del magnate. En cambio, Clinton encarnaba para muchos americanos el continuismo dentro de una escenario de alta inseguridad en Europa y que amenazaba con regresar a EEUU, debido al crecimiento imparable de Daesh.

Por otra parte, en esta campaña el cruce de acusaciones y descalificaciones ha sido mutuo, siendo sin duda una de las campañas más broncas que se recordará en Norteamérica. En los últimos días, Trump pudo aprovechar la salida a la luz de escándalo contra Clinton sobre vulneración de secretos en relación con información clasificada y que fue investigado por el FBI. Y que tendría lugar a través de correos electrónicos. Finalmente quedó en nada al ser exonerada de cualquier tipo de cargo, pero ha podido ser otra de las circunstancias que dañaron a su campaña en el último momento. Ni el vídeo de Trump en el que realizaba comentarios más misóginos que machistas le dañaron. No debería haber duda de que las acusaciones contra Clinton se hicieron precisamente para eso, para perjudicar su resultado electoral.

Anecdóticamente, resulta curiosa la premonición azarosa de un capítulo de los Simpson emitido en EEUU en el  año 2000 en que Donald Trump (presentador de televisión) ganaba las elecciones y se convertía en presidente. El título del capítulo es Bart al futuro. Podemos ver imágenes del mismo aquí:



En definitiva, frente al hartazgo, Donald Trump parece haber sido visto como la única solución de cambio en EEUU y siendo votado por latinos, mujeres, etc... Los mismos colectivos a los que insultó en vergonzantes ocasiones. Para ganar, ha recurrido a un discurso populista rozando la extrema derecha y que se ha basado más en explotar sentimientos, emociones e impulsos que ejercicios racionales. Ese modo de proceder hace que el filtro ideológico no perciba esa forma sino el contenido de lo que dice. Pero es a lo que lleva el fracaso de la política tradicional que no se renueva: al triunfo de lo antisistema. Ya ganó el Brexit en su momento hace unos meses y ahora el histriónico Donald Trump es presidente de USA. Habrá que esperar a conocer si el que muchos creen que no es más que un loco cumple con sus amenazas o si por el contrario se rebaja en las mismas. De momento, parece que su primer mensaje ha sido conciliador. Pero no nos podemos  confiar de simples cantos de sirena. Lo mismo decía Obama y su resultado ha sido decepcionante. Empezando por su sustituto.