miércoles, 9 de julio de 2025

La Oposición en España: puntos débiles y qué mejorar para una alternativa eficaz

Respecto a política nacional, suelo hablar más del Gobierno de España por razones obvias, que son básicamente el hecho de que ostente el poder (y cada vez más por razones formales y fácticas) y su entorno de corrupción generalizada que se está extendiendo y que parte desde el propio PSOE. Sin embargo, es preciso echar un vistazo a la situación de la oposición que es la única que puede desalojar a uno de los ejecutivos más infames que se recuerda en la historia democrática de España que va a cumplir 50 años en 2026. Actualmente son el PP y Vox. No cuento al partido populista SALF, aunque muy probablemente colará al menos un diputado, por su tufillo pro Putin y sobre todo por su ausencia total y absoluta de un programa político. Con todo, echo mucho de menos al último partido al que pertenecí, Ciudadanos. Es más, estoy convencido de que este lamentable escenario de corrupción y polarización máxima sería el más propicio para que Albert Rivera y su equipo alcanzase la presidencia del Gobierno. Es muy triste que la gran oportunidad haya venido desacompasada y hoy día el partido naranja no sea ni una sombra de lo que fue en su día. Dan ganas de llorar sólo de pensar lo que tenemos para expulsar al autócrata de Sánchez, pero... ye lo que hay. En fin, entremos en materia.

El PP tiene a un líder que en Galicia obtuvo varias mayorías absolutas, pero que trasladado al contexto nacional no parece capaz de exportar ese carisma. Es cierto que no le ha costado mucho superar a un Pablo Casado absolutamente desubicado en su momento, que llegó a hundir al partido en los 66 escaños y enterró su carrera política por un pulso perdido con Isabel Díaz Ayuso y una polémica con su hermano que se desmontó en segundos. Fue en 2022 cuando Casado y Egea se tiraron a la piscina sin agua y Alberto Núñez Feijoo cogió el testigo. Personalmente, no me parece un líder inteligente para nada, sino que tira del argumentario de siempre del PP y va a remolque del hundimiento de la credibilidad del gobierno Sánchez. En cambio, Ayuso sí que encarna al antiSanchismo, lideró una gestión alternativa del COVID que se refrendó en dos mayorías absolutas y es un verso suelto en el PP con muchos adeptos incluso fuera de habituales votantes. Algo similar lo es la excelente oradora Cayetana Álvarez de Toledo, pero en un plano de popularidad más secundario. No es menos cierto que Ayuso es detestada en mucha mayor proporción por la izquierda en comparación con Feijoo y eso normalmente suele ser algo más positivo que negativo, más allá de las mentiras que se han dicho sobre ella asumiéndole la responsabilidad de un número de muertes en las residencias de Madrid que controlan tanto como ignoran las del resto de 49 provincias de España. Por el contrario, Feijoo no se atreve a cuestionar muchas de las políticas socialistas (como las del feminismo impostado y el modelo inmigratorio) como tampoco el creciente gasto público, definiéndose falsamente liberales cuando ni tan siquiera lo cumplen reduciendo impuestos y ya no digamos desde la perspectiva social. Y lo que es más, que tampoco están para dar muchas lecciones contra la acaparación del poder y la corrupción a pesar de que los socialistas tienen más experiencia y les superan en ese sentido.

VOX por su parte sigue teniendo la misma cabeza que le dirige desde 2019 que fue su momento de eclosión, cuando la llegada del "Frankenstein" de Pedro Sánchez y su banda tras la moción de censura exitosa de 2018. Seis años parece mucho tiempo para alguien como Santiago Abascal que todavía no ha llegado a ocupar puestos de gobierno. Si bien Aznar y Rajoy tardaron 7 cada uno, en el caso de este partido estamos hablando de una formación estrechamente (y tal vez demasiado) ligada a su líder siendo el más valorado entre los votantes propios. Al margen de ello, en el desarrollo del relato supieron ganarle el pulso a Ciudadanos como partido alternativo por su marca ideológica mucho más definida y robusta, que además fue impulsada y favorecida por la creciente polarización política. Además, han contado con la labor de portavocía mediática o comunicación externa de muchos influencers en plataformas de YouTube y Twitch que simpatizan y difunden el mensaje de VOX y sus cargos. Sin embargo, pese a la ayuda de los creadores de contenido, los dirigentes del partido no han sabido modular una mejor estrategia de comunicación interna para desacreditar las acusaciones de "extrema derecha" y ni tan siquiera se han esforzado en dar motivos para desmontarlas, puesto que han sacrificado la vertiente liberal (ejemplo Iván Espinosa de los Monteros) para centrarse en la nacional-conservadora (por ejemplo Jorge Buixade), que consiste en aplaudir todo lo que haga Donald Trump y demonizar a la Unión Europea cuando el problema son los burócratas de Bruselas. Es decir, al igual que en España el problema no es la propia España sino su Gobierno nacional. En varias ocasiones han invitado al presidente de Argentina Javier Milei, pero su política liberal libertaria y su brillante gestión económica no tienen nada que ver con VOX y flaco favor, de hecho, le hace a éste el relacionarse con los conservadores españoles. Sólo se parecen en que se oponen al socialismo, que no al intervencionismo que siguen defendiendo los de Abascal.

El PP no ha podido hacer con VOX lo que logró años antes con Ciudadanos, porque ni tan siquiera se ha esbozado mínimamente el escenario propicio para ello: se aprovecharon de un partido próximo en términos programáticos pero en barrena, con descenso súbito de confianza en el electorado, débil de ideología por ausencia de banderas claras y fuertes, una calamidad en términos de comunicación, con una pésima estructura organizativa interna, dotado de un reducido equipo de palmeros frente a una enorme cantidad de militantes desafectos y para colmo sin populares creadores de contenido que los apoyasen. Los azules tan sólo fueron ordenadamente contactando con naranjas de toda España gracias a peones contratados como Fran Hervías y Emilio Argüeso, recuperando en buena parte a antiguos militantes o simpatizantes del PP. Frente a un partido en evidente descomposición y decadencia, el PP les ofrecía la seguridad de una continuidad o lo que es más, un puesto público que no habían podido alcanzar en Ciudadanos. Y de ahí, tirar de argumentario de "se transfugó el partido", y "me voy para no sacrificar mis principios". Esta humillante operación se efectuó por fases para dar la impresión al millón y medio que quedaba de votantes que CS era un partido muerto y que "la casa común del centro derecha" era el PP. Pues bien, todo eso con VOX no les vale.

Así que el PP no tiene más remedio que entenderse con VOX si quiere tener alguna oportunidad de gobernar, a pesar de que los de Abascal no cesan de disparar al PP por motivos electoralistas. La vía moción de censura ya sabemos muy bien que es un instrumento más parecido a garbillar agua que otra cosa. Ya se intentó en dos ocasiones por parte, precisamente, de los conservadores con sendos fracasos: en 2020 tras el confinamiento con Abascal como candidato y en marzo de 2023 con el independiente Ramón Tamames, a 4 meses de las urnas. En los dos casos, los únicos votos favorables fueron los de VOX y en realidad los números no daban ni votando el PP ni los que quedaban de CS (9 más un tránsfuga). A día de hoy es imposible una moción exitosa porque los partidos independentistas PNV y JUNTS se cierran a cualquier posibilidad de investir a Feijoo al entrar VOX en la ecuación.

En términos electorales, los de Abascal siguen siendo una opción más que visible para un electorado que posiblemente sea el más fiel de los actuales partidos en liza. Y es porque han tenido éxito en vender sus banderas ideológicas: lucha contra el feminismo institucional, la inmigración ilegal, la inseguridad en términos generales, la agenda 2030 de la ONU y el sector agrícola y primario como pilar económico frente a las regulaciones de la UE. Además, dentro de los jóvenes está teniendo más capacidad de simpatización que el PP, entre otras cosas porque ya no se creen el cuento del feminismo institucional que a día de hoy no busca ningún tipo de igualdad sino que a los hombres los señala y a las mujeres les sustituye el "dueño", pasando de ser hombres a ser otras mujeres. Ahora bien, existiendo importantes aspectos de debate en cada una de las áreas mencionadas, el PP hace tiempo que tiró la toalla con la batalla cultural y es sin duda lo que ha favorecido que su adversario más cercano sea más rival que socio. Entre eso y las experiencias pasadas con Ciudadanos, el PP entiende que en la medida de lo posible le es más rentable forzar a un gobierno autonómico o nacional de carácter monocolor, sin coaliciones de ningún tipo. Es decir, el mismo discurso que tuvo López Miras en Murcia. Pero, obviamente, para ello el PP debe de estar mucho más fuerte electoralmente que hace dos años. Pues aún con el importante crecimiento al absorber CS, todavía se quedó a cuatro escaños de Moncloa al no lograr sumar sólo con VOX. Por tanto, algún movimiento que otro tendrá que hacer el PP para que su credibilidad de pedir votos sin sillas tenga el sustento de que la aportación aritmética de VOX sea proporcionalmente mucho más pequeña.

A mí modo de ver, tanto PP como VOX deberían renovar sus estrategias comunicativas y  replantearse tanto sus liderazgos como si merece la pena encerrarse en sus nichos. Sobre lo primero, esta semana se han manipulado las declaraciones de uno y otro. Respecto al PP, se extendió el bulo de que estaban dispuestos a repetir elecciones si VOX exigía puestos de gobierno, cuando en realidad sólo dijeron que negociarían y sumarían con estos sin ofrecerles carteras ministeriales. Una vez más, tuvo que salir Ayuso a poner orden ante el enésimo fallo comunicativo del PP. Sobre VOX, se manipularon unas declaraciones sobre expulsión de inmigrantes ilegales que cometiesen delitos extendiendo a ocho millones de personas. Sin embargo, fue favorecida esa distorsión por una desafortunada comunicación de Rocío De Meer. Teniendo mucho razón en el fondo que señalan sobre el problema de UNA PARTE de la inmigración, su comunicación resulta ser pésima. Sobre todo, lo que menos ayuda es usar el término "invasión" que suena enormemente racista si no se contextualiza adecuadamente y se da pábulo en las RRSS. Dar batalla cultural no es responder a un radicalismo de extrema izquierda con otro radicalismo aún en términos lingüísticos, si bien tampoco la tibieza es la solución. Es el caso del PP, que se limita a señalar que no está a favor ni de la inmigración masiva ni de las deportaciones masivas, todo para quedar bien con todo el mundo sin aportar qué haría. Al mismo tiempo, mira para otro lado (como Moreno Bonilla) ante la inseguridad que crean los centros de Menas, que no puede extenderse a todos pero sí a ciertos donde se sabe (cuando no oculta) que se han atacado a mujeres. El camino lo señala Giorgia Meloni presidenta italiana cuya política de inmigración ha sido aplaudida por varios países de distinto color gubernamental y lo que es más llamativo, incluyendo a la Comisión Europea. Incluso el escritor Arturo Pérez-Reverte se rindió ante un discurso suyo que ha ofendido a la izquierda pro inmigración masiva, así que más motivos para aplaudir a la italiana.

Respecto a lo segundo, el PP cuenta con una ingente cifra de fieles que son mayores de 65 años al igual que el PSOE y que seguirán votando pase lo que pase. Que sólo quieren que se les pague y suba su pensión, aunque no tengan ni la mitad de gastos que tiene un trabajador o un autónomo a los que se les fríe a impuestos tanto directos como indirectos. Y estos últimos no están muy contentos con el PSOE pero tampoco con el PP, contribuyendo el bipartidismo al desequilibrio y conflicto intergeneracional y rematando con una juventud que encuentra imposible acceder a una vivienda. Más le valdría al PP escuchar más a los jóvenes y preguntarse por qué VOX les quita terreno. Sobre si Ayuso sería mejor candidata que Feijoo, no me cabe ninguna duda, si bien no es menos cierto que como reacción colateral podría reactivar el voto de la izquierda como ya lo hizo con la derecha Pablo Iglesias. Además, sigue "pecando" de defender buena parte de la tibieza clásica del PP. Y es que una cosa es ser de centro y otra caer en el denominado "buenismo", que no es rehuir deliberadamente de las matizaciones y grises en políticas en las que tienes miedo de ofender. Justo lo que pasa con el sistema de pensiones.

En cuanto a VOX, aparte de que considero que debería de aprender a caminar sin Abascal y renovar sus caras si quiere continuar creciendo, máxime cuando ya han desaparecido muchas relevantes como Macarena Olona e Iván Espinosa, sigo pensando que ha descuidado el libre mercado fomentado por la UE en pro del proteccionismo nacionalista que disfraza de "patriotismo". En ese concepto introduce a todas sus banderas cuando la realidad es más compleja que eso. Todos somos españoles, pero no por ello hay que comprar y consumir todo lo que se produzca en nuestra tierra que nos interesa otro tipo de prestaciones, más calidad o más barato. Y los aranceles de Trump, sólo con sus continuos anuncios, lo que hacen es distorsionar el mercado. Otras referencias internacionales del partido son Viktor Orban y Mateo Salvini, dos pájaros que coquetean ambos con Putin y el último con los independentistas catalanes.

En definitiva, PP y VOX parecen cómodos a remolque de todo lo que está sucediendo de noticias continuas de corrupción y escándalos del PSOE y todo el entorno de Sánchez: su hermano David Sánchez imputado por tráfico de influencias y prevaricación, su esposa Begoña Gómez por tráfico de influencias, apropiación indebida e intrusismo profesional, el ministro Bolaños acusado de falso testimonio y malversación, su Fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz por revelación de secretos, sus dos últimos secretarios de organización (José Luis Ábalos y Santos Cerdán) por pertenencia a banda criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación, el adjunto Francisco Salazar acusado de acoso sexual, etc... y no parecen más que confiarse con las encuestas de medios de comunicación más afines a sus programas que, como es lógico, están infladas de participación de lectores que sin duda son opositores al Gobierno actual (como es mi caso) pero que no reflejan una realidad segura. Y lo sucedido en 2023 se puede volver a repetir cuando haya comicios sea este 2025, el año que viene o en 2027 como está previsto en teoría. A mí no me generan confianza ni Feijoo ni Abascal, ni PP ni VOX y no tengo ninguna ilusión por votarles. Pero ante la desaparición de Ciudadanos y la existencia de un Gobierno, como digo, infame, sólo me queda elegir una papeleta entre ellos y votar con la nariz tapada. Otros muchos no lo harían, así que mejor dejen de ejercer una actitud pasiva disfrazada de trabajo que no es tal y céntrense en mejorar por el bien real de España. Que sí, que lo importante es echar a Sánchez y a su banda para siempre y no queda más remedio que votar a estos, pero eso no quita que todo lo que necesita España y su democracia tampoco lo encarnan ni el PP ni VOX a día de hoy.

Fuente de la foto: RTVE Noticias.

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