lunes, 27 de enero de 2025

El regreso de Trump a la Casa Blanca

El pasado mes de diciembre, Donald Trump se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales de EEUU con un amplio margen derrotando a Kamala Harris. Era la tercera vez que encarnaba la candidatura republicana tras vencer en 2016 a Hillary Clinton y caer ante Joe Biden en el famoso 2020, tras una penosa gestión de la crisis del Covid-19. Sin embargo, se ha convertido en el segundo presidente de la historia de USA que logra un segundo mandato no consecutivo tras Grover Cleveland (1885 y 1893).

Datos históricos aparte, lo ciertamente relevante es qué va a deparar este segundo mandato con un Donald Trump bastante más mayor que el que llegó a la Casa Blanca en enero de 2016. Y es que han transcurrido 9 años y ahora estamos hablando de un señor de 78 años que optó por mover los brazos como amago de baile en la actuación de Village People, que amenizaron la fiesta previa. Con esto me refiero simplemente a que dudo que esté para muchas emociones y reacciones físicas como las que vimos en su momento y que parecen haber sido acogidas por Elon Musk. En síntesis, que mi primera sensación es que se verá un Trump camino a ser octogenario de más de hechos que de formas, que no quiere decir que sean buenos o malo, sino simplemente de un estilo diferente o eso me da la sensación.

Sus primeras decisiones han consistido en revertir la infame política wokista de la Administración Biden que, amparándose en el respeto a la diversidad y derechos de las minorías, ha terminado imponiendo discriminaciones y perjudicando a empresas multinacionales como Disney. Para empezar, todo parte desde una sentencia del TS de EEUU que en 2023 declaró discriminatorias y contrarias a la Ley a las políticas DEI. Además, las contrataciones por cuota enterrando la meritocracia provocaron no sólo la caída de público de películas y de ventas de videojuegos, sino que ha perjudicado a empresas más allá del ocio e incluso afectó al propio Trump con las famosas guardaespaldas sin experiencia el día de su atentado. Al mismo tiempo, abogó por la libertad de expresión y ello ha tenido seguimiento incluso antes de su toma de posesión con el abandono de los verificadores por parte de Facebook y la rescisión de los contratos con empresas como Newtral. Esto entronca con la incomprensiblemente controvertida afirmación que hizo en su discurso de que sólo hay dos géneros, el masculino y el femenino. Algo obvio y que en absoluta niega la diversidad de orientaciones sexuales ni va contra los transexuales que se identifican con un sexo distinto al biológico. Simplemente que no se cree, como muchos, el invento del "soy no binario" por mucho que haya artículos de opinión como este.

Entre las medidas más polémicas, hay que detenerse en economía, temas sociales e inmigración. En lo primero, Donald Trump quiere ahora que el Dólar siga siendo fuerte, pero su medida estrella no es precisamente liberal sino proteccionista. Está dispuesto a subir los aranceles a los países que entienda que no cumplan con determinadas obligaciones como España con la OTAN. Ello provocaría que cayeran las ventas a EEUU. También prevé imponer fuertes aranceles a las importaciones a México y Canadá y también a México, tres países con las que las relaciones ya están en mal puerto. Esta política económica exterior contrasta con la interna, dado que aboga por la eliminación de impuestos a las empresas, lo que significaría una importante reducción de los ingresos públicos que debería ser compensada con menor gasto público. Otra pata de la economía y no menos importante es la desregulación, prestando atención especial a la inteligencia artificial y a los criptoactivos, que son dos sectores relativamente recientes y que sin duda afectarán al resto del mundo.

De momento, no tiene visos que se reduzca considerablemente el fuerte endeudamiento que cometió la Administración Biden por motivo de la guerra de Ucrania y que hizo explotar la inflación. Sí que existe al menos la intención de estudiarlo con un nuevo departamento que estudiará la racionalización del gasto con la ayuda de Elon Musk. Se trata, traducido al español, del Departamento de Eficiencia Gubernamental, que desde el punto de vista liberal llama la atención y puede ser un buen laboratorio experimental. Ahora bien, le espera un arduo trabajo.

Por otra parte, se ha borrado de la OMS y del Acuerdo climático de París. Respecto del primero, señala a la institución de haber gestionado muy mal la pandemia del Covid-19 (pese a que empezó a reportar informes que insinuaban una preocupación creciente) y de exigirles mucho dinero frente a otros países. Sobre el segundo, acusa a China (y con toda razón) de ser el máximo contaminante del mundo, muy por encima de EEUU que es el segundo seguido de la India. Entiende que las restricciones de emisiones de gases de efecto invernadero son excesivas porque no tienen impacto medioambiental relevante y sí económico. Mi opinión al respecto es que la primera de estas bajas puede tener una consecuencia mucho más gravosa que la segunda, dado que EEUU es el principal financiador de la OMS y también habría que ver qué dirección toma el país americano sin una coordinación externa. No hay visos de una pandemia a corto/medio plazo, pero si bajo el paraguas de la OMS la gestión fue terrible, ¿qué esperaría ahora? Sobre el segundo, entiendo las quejas y respeto su decisión porque en nombre del cambio climático se están exigiendo esfuerzos vanos.

Finalmente, en materia de inmigración pretende deportar a millones de inmigrantes en situación de ilegales. Lo que anunció en su discurso es que se centraría en los "criminales", así que entendemos que se tratará de los que tengan antecedentes penales. Hasta ahí bien y sólo un sojas de extrema izquierda estaría en contra de ello. Hace escasos días ya en Colombia hubo cierta tensión diplomática con EEUU, pero el gobierno izquierdista de Gustavo Petro ha terminado aceptando la devolución de inmigrantes colombianos para evitar la imposición de sanciones y aranceles. Visto esto, parece claro que Trump ha entendido perfectamente el camino del chantaje para presionar a los países de origen. El problema, más que el ejercicio de su posición de poder, es que una deportación masiva es complicado ejecutarla si no se dispone de la adecuada información y documentación. Lo que tampoco puede ser es que esto derive en una "caza judía" si no se comunica correctamente. Todos estamos de acuerdo que los criminales deben estar o en la cárcel o en sus países de vuelta, sobre todo si son de culturas incompatibles con el mundo civilizado. Porque no todas las ideas son respetables (las de los nazis tampoco lo eran). Sin embargo, en un tema delicado como la inmigración en el que hay clases y clases de inmigrantes, es preciso aplicar la racionalidad en lugar de la simple testosterona. Y una pregunta, ¿hacia dónde irán esos inmigrantes con antecedentes penales, sobre todo los que vengan de países de habla hispana? ¿Se lo pueden imaginar? Porque yo sí y dudo que se queden en sus países de origen.

En materia de política internacional y dentro del rol de "Estado policía", existen dos grandes retos que Biden no sólo no ha solucionado sino que ha contribuido a empeorar. Las guerras de Rusia vs. Ucrania y de Israel y Palestina. Es imperativo terminar con ambos conflictos. Las buenas relaciones entre Trump y Putin (pese a todo) son un factor importante en el primero. El caso del segundo es mucho más complejo y está más lejos de generar acercamiento de las partes más allá del alto el fuego temporal. Trump propuso deportar palestinos a Egipto y Jordania  y ese plan no ha generado partidarios. Más que nada porque supondría la desaparición directamente de Gaza.

En resumen, Trump ha quitado de en medio a un penoso presidente que ni sabía dónde se encontraba ya, que sumió a EEUU y a la población americana en una grave crisis económica inflacionaria y que hundió a empresas con la promoción del wokismo. Sin embargo, el efecto de sus decisiones políticas está por ver y resulta discutible en varios de sus bloques, estimando en el efecto que pueda tener en España, resto de Europa y otros países.

Fuente de la foto: France24.

viernes, 10 de enero de 2025

Albert Rivera, las pensiones y la hipocresía del militante político

Hace unos días, en una entrevista concedida a José Elías, el que en su día fuese mi político más admirado Albert Rivera emitió unas polémicas declaraciones que han dado mucho que hablar. Vino a calificar el actual sistema público de pensiones como una estafa piramidal o de forma más concreta como un esquema de Ponzi. El motivo y que recalcó es que los trabajadores vemos detraída una porción de nuestro sueldo como cotizaciones sociales que no es en realidad destinada para nuestra hucha de pensiones. No. En realidad son un impuesto más que va destinado a pagar las pensiones actuales, no futuras. Por lo tanto, no nos genera ningún derecho futuro sino tan sólo una expectativa de derecho que nadie nos garantiza con la sola excepción del número de años que hayamos cotizado. Porque nadie nos garantiza que cuando lleguemos el dinero escasee, los cotizantes hayan disminuido y el Gobierno de turno tenga que recortar después de que las desastrosas políticas socialistas (OJO, ejercidas tanto por PSOE como por PP) hayan generado un impresionante déficit público.

No obstante, lo que más ha llamado la atención no ha sido esa comparación con la que cualquier trabajador que haya perdido poder adquisitivo debería estar de acuerdo. Lo más relevante es que apostilló que esto no hubiese sido capaz de afirmarlo en campañas electorales o mientras era político porque él quería ganar apoyos y elecciones. Esa matización es sin duda la afirmación expresa de que absolutamente todos los políticos mienten como bellacos y no defienden todo lo que realmente creen. Y, aún más si cabe, refuerza mi decisión tomada en junio del pasado año de abandonar Ciudadanos y no plantearme militar en ningún otro partido ni de ámbito autonómico ni nacional. No descarto del todo participar en alguna opción localista, pero aún así también tengo límites.

Vayamos por partes porque he mezclado un par de cosas. Por lo que respecta al sistema de pensiones, estoy absolutamente de acuerdo con lo que opina el "libre" Albert Rivera. La mejor opción debería ser un sistema de pensiones de capitalización y no de reparto, ya sea de forma pública o privada, de forma que cada ciudadano voluntariamente añadiera a su hucha personal una cantidad de dinero. Pero sobre todo mientras gobierne un infame ejecutivo como el actual que ha asumido buena parte de los postulados hiperintervencionistas de Podemos (salvo el fanatismo por dictaduras latinas), le interesa más penalizar el ahorro privado

La pirámide invertida de población nos avisa que en un futuro podría no haber trabajadores suficientes para pagar las pensiones de los próximos pensionistas incluso con flujos de migrantes. Así que ahora el Gobierno se inventa un cuota de solidaridad que aunque en principio es para las rentas más altas nada impide que en un futuro cercano vaya reduciendo el umbral. Tal vez sería acertado que esos "patriotas" como así se autodenominan al igual que proclaman que son de izquierdas vayan uno por uno solicitando que le aumenten las cotizaciones, dado que entienden que cualquier subida de impuestos por brutal que sea les viene de vuelta.

En cuanto a la hipocresía de los políticos, por supuesto que Albert Rivera es simplemente uno más y no ha inventado la pólvora. El Rey absoluto sabemos todos que es Pedro Sánchez Pérez-Castejón, que sin embargo ha sido capaz de manejar a la perfección ese discurso cambiante con un relato triunfal que la prensa sincronizada se ha encargado de difundir. Un relato en cuya construcción y difusión ha ayudado también mucho la existencia de una sociedad... bueno, dejemos por un momento que sea Frank Cuesta el que nos lo explique.

No puedo imaginar volver a pertenecer a un partido político y tener que asumir su ideario al 100% y más después de estas declaraciones del que más admiraba, a pesar de que me tiene bloqueado en Twitter desde octubre de 2022 por mencionarlo en un comentario dirigido a Marcos de Quinto responsabilizando a ambos de la caída de diputados de 2019, sin insultar en absoluto. No bloqueó a ninguno de los innumerables fachas independentistas o comunistas y me bloqueó a mí cuando ya nadie le escribía.

De Ciudadanos he terminado por no entender su masoquismo con el bochornoso feminismo institucional que ha demostrado ir en otra dirección del feminismo social, el de las familias. ¿Por qué había que asistir a unos actos en los que una turba de totalitarios nos insulta y nos agrede? Ídem en relación con el movimiento LGTBi, siendo destruida la no discriminación por la promoción de aquelarres en los que se exhibía y se exhibe odio contra gays y lesbianas por ideología. Actualmente, tanto el feminismo como el LGTBi institucionales están contaminados del virus wokista que los convierte en dos patas del socialismo más autoritario, que no democrático. Y eso por no mencionar los millones y millones de euros que se pierden en chiringuitos y actos que no aportan nada mientras se siguen produciendo violaciones y (lo voy a decir también) denuncias falsas a hombres inocentes.

De Vox no entiendo su obcecación contra el Medio Ambiente y el cambio climático, así como contra la protección del Mar Menor incluyendo su personalidad jurídica. Todo esto entronca con una corriente negacionista de la ciencia, muy presente en la mayoría de sus simpatizantes más radicales. Por ejemplo, quien piense que las DANAS son simplemente las gotas frías de toda la vida está muy errado. Sólo hay que tener una memoria aceptable para conocer que han tenido lugar bastantes lluvias torrenciales en pocos años (2016, 2018, 2019, 2021 y 2024). Por otro lado, como solución al Mar Menor defienden la barbaridad incalificable de abrir las golas del Mediterráneo para proteger a sus lobbys agrícolas que son dominados por empresarios y terratenientes afines a Vox.

En cuanto al PP, no es más que otro partido socialdemócrata que no ha hecho nada por reducir el Estado. Es más, ni tan siquiera ha felicitado a Javier Milei por su victoria en las elecciones argentinas de diciembre de 2023. Al margen de que aún recuerde la horrorosa afrenta del PP de 2021 con los tránsfugas y la destrucción progresiva de Ciudadanos, no tiene líderes que defiendan las suficientes banderas contra este siniestro Gobierno de Sánchez. Tampoco me parece buen presidente López Miras. Hoy día pienso que lo menos malo sería votar al PP sólo para que Sánchez y su miserable banda se vayan a la calle, pero lo haría con la nariz tapada porque no hay NADIE que me convenza. En Murcia es otro cantar, pues mientras siga López Miras no pienso votarle a él ni a nadie que legitime la caciquil política local que han tenido ciertos municipios. Del mismo modo, a nivel local el PP no se va a llevar mi voto.

Y por ejercer de funcionario de carrera no quiere decir que no tenga autoridad ninguna para denunciar la existencia de un Estado elefantiásico y abogar por una reducción tanto del intervencionismo como la regulación y el gasto público. Sí, existen los funcionarios liberales. Y si no fuera por nosotros no habría esperanza ninguna. No defiendo obviamente un estado mínimo o minarquista como defendería mi admiradísimo Juan Ramón Rallo, pero sí uno más racionalizado con menos duplicidades y más eficiente. Como funcionario he leído (y recibido) muchas críticas infundadas de anarco-capitalistas y anti-funcionarios que entienden que no pago impuestos sino que son un "menor sueldo". Por esos comentarios difícilmente podría llegar a participar en el PLiB, aunque realmente no sé qué opinarían de mí en razón de mi dedicación profesional. Con todo, aunque les cayera bien, faltaría lo más importante: que sean una opción con una mínima fuerza social, que en realidad es una utopía.

¿La izquierda? De la izquierda no hablo. Podemos es totalitarismo puro, Sumar es una versión "amable y cuqui" de estos últimos y el PSOE ha absorbido todo lo peor de estos.